Salmo 84; 1 Reyes 8:22-30, 41-43; Efesios 6:10-20 ; Juan 6:56-69
El gorrión ha encontrado su casa, y la golondrina un nido donde poner sus crías. Estoy seguro de que hay algo simbólico en este salmo: los gorriones y las golondrinas sin duda significaban algo para los antiguos hebreos, como si dijéramos que alguien es una gallina o que se pavonea como un pavo real o que no hay que ser un avestruz y meter la cabeza en la arena. Sin embargo, lo que es ese simbolismo se me escapa por completo. Pero el significado general del pasaje es bastante claro: incluso las aves del cielo no pueden evitarlo, acuden a la presencia del Señor. Tanto más deberíamos hacerlo nosotros.
Sin embargo, hay que recordar que el Templo se consideraba literalmente la casa de Dios. Nuestra comprensión cristiana de dónde encontrar la presencia de Dios es un poco más amplia. Sí, los edificios de las iglesias son casas de Dios, y cualquier lugar en el que hayan orado miles de personas a lo largo de un siglo o más tiene que ser un lugar en el que querríamos estar, ¿verdad? Pero Jesús también es el Templo, como deja bien claro en su autodescripción. Así que debemos pasar tiempo con Él, lo que significa leer las Escrituras y rezar y, sí, tomar la Eucaristía. Y, por último, todos ustedes son el Cuerpo de Cristo, por lo que pasar tiempo con ustedes es parte de la forma en que puedo acercarme a Dios. Al igual que las golondrinas y los gorriones, si quiero estar cerca de Dios, esas son algunas de las maneras en que puedo construir un nido. Así que, mis buenos amigos emplumados, venid y piaremos los unos junto a los otros, ¿vale?
